9/19/2006

VIETNAM (VI). Expreso de la Reunificacion.

Tras dar un repaso, algo rapido pero efectivo (ya me voy saturando un poquito de pagodas, que quereis que os diga) a las dos ciudades mas historicas de Vietnam, Hoi-An y Hue, puro y bello reflejo de la vinculacion historica de este pais a la cultura china y tras visitar inolvidables barrios, casas, monumentos, cultura, madera y piedra con mas de doscientos anhos de antiguedad, me dirijo al norte, a Hanoi, en tren. El Expreso de la Reunificacion es casi una obra de artesania reconstruido con verdadero empenho nacional por el estado comunista, despues de la multidestruccion ocasionada por los bombardeos americanos en la linea que recorre el pais de sur norte(o viceversa) como un costuron. En el recorrido total y continuado de los casi 1500 Km que separan la capital de Saigon, los trenes emplean entre treinta y seis y cuarenta y cinco horas, dependiendo de que sean trenes rapidos o lentos. La diferencia viene a ser el numero de estaciones en las que paran. Para mi, los aproximadamente seiscientos que hago desde Hue a Hanoi se convertiran en trece horas. Conseguir litera en departamento con aire acondicionado para la noche es complicado, asi que al final hago el trayecto de dia, lo que me permite disfrutar de la belleza del paisaje vietnamita y comprobar cuanta suciedad puede llegar a acumularse en un cristal. Y es mucha en los dos casos, desde luego que si.

Los trenes vietnamitas retrotraen a otra epoca. Son una extranha mezcla de los viejos expresos nuestros de toda la vida, aunque aqui ya casi nadie viaja en vagones sin aire aocndicionado, aunque se mantienen las diferencias entre asientos duros y blandos, literas duras o blandas y asientos blandos con o sin aire. Estos ultimos viajan vacios.Los trenes vietnamitas estan pintados con los tres colores de la bandera francesa de manera longitudinal, viejo vestigio de la vieja colonizacion que sobrevive junto a otros como la arquitectura, el yogourt y las baguettes. La via no permite grandes velocidades aunque el trazado no deja de ser generoso. Tambien lo es y mucho mas para la vista, desde luego, el paisaje. Vietnam es una tierra alfombrada en verde en la que las montanhas surgen de manera imprevista y abrupta aunque no toman mucha altura, lo que le permite al tren mantener cierto ritmillo. Eso si, a poco que mires de cerca, la supuesta alfombra, ese tapiz, se convierte en una madeja insondable de vegetacion salvaje, exhuberante, espesa.

Donde no es la naturaleza salvaje la que expresa sus capacidades artisticas, los campos de labranza se suceden en continuidad. Los separan sus propios cambios de tonalidad y los canales de riego y algunos estrechos caminos. Sobre su superficie se salpican como motas doradas los sombreros conicos de los campesinos, agachados junto al ganado con el que se trabajan esos mismos campos y las tumbas de sus antepasados, yacentes en los propios campos de labranza. Uno de aquellos bueyes acabara por tener mal final hoy, al llegar con su aventura hasta las vias del tren, a mitad de nuestro recorrido. Es una parada imprevista de las siete u ocho que realizamos.

Viajo con dos mujeres de mediana edad, vietnamitas que no hablan nada que no sea el idioma propio. Una de ellas, la mas joven, se pasa casi todo el viaje durmiendo. La otra va y viene, con las revisoras. Hay un encargado por vagon. Solo conversamos cuando sirven la comida a bordo, que a mi no me apetece comer. Me preguntan si no voy a comer nada y les cuento que llevo bocadillos. Mas que contarselo, se los ensenho y entonces se quedan mas tranquilas. Frecuentemente pasan las revisoras y se ponen de charla con ellas. Se muestran catalogos de maletas y otros articulos y no paran de rajar. Supongo que mis vecinas son representantes de comercio y que todo lo de los catalogos debe ser interesantimo.

La luz del atardecer proporciona imagenes de gran belleza con los campos a contraluz y el sol recortado por grupos de palmeras solitarias y reflejado en el agua de los arrozales encharcados. Cae la noche y el tren parece desatarse, como si la oscuridad le diera permiso para transgredir cualquier norma ferroviaria. Ahora yo mezclo de manera intencionada a Lolita, que se fuga ya de las manos-garras de Humbert, con "In my secret life", de un Leonard Cohen y la mezcla me suena melancolica y poderosa a mas no poder. Al final me duermo y llego a Hanoi como un tronko. Me despierta la revisora, que no se si le habra comprado medio catalogo a mis companheras de viaje. Se bajaron por el camino, en Vihn, creo y yo me borre de lo real inmediatamente despues. Al llegar a nuestro destino, me pego a un matrimonio australiano que conozco desde el dia anterior en Hue y acabamos compartiendo taxi para el mismo hotel. Me caigo de suenho. Estoy en Hanoi, capital de Vietnam. Me quedan, creo las dos mas sabrosas excursiones del recorrido y la verdadera capital, la cabeza del dragon.

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