9/03/2006

VIETNAM (III). El Delta del Mekong.

Desde que salimos de Saigon, hace tres dias, no he dejado de ver casas. No hay una sola zona despoblada entre ciudad y ciudad. La maxima separacion entre dos casas es la que marca cada arrozal. El aprovechamiento del espacio es el maximo posible, es total. Cerca de dieciocho millones de personas en un area de unos cuarentamil kilometros cuadrados. Es el delta del Mekong.
Hace tiempo, un par de semanas ya o quiza mas, que se me viene conformando la idea de que el mundo es un puro mercado y poco mas. Y a medida que los dias pasan y voy viendo sitios y cosas, y me muevo, y entro y salgo de ciudades y paises, esa idea va consolidandose.
Tuve oportunidad de descubrir el centro de Santiago de Chile, agujereado como un queso gruyere por galerias de sabor antiguo a las que pretenden disputar el partido en casa unos centro comerciales con aire novedoso pero que bien poco tienen que decirnos a los que ya sabemos de su sistema de franquicias exclusivas y de su voracidad. Siempre las mismas marcas, siempre los mismos articulos. Se extienden por Santiago y otras ciudades del pais andino como una plaga ante la que el pequenho comercio se las tiene que ver cara a cara y dia a dia. Igual que en Espanha, nada nuevo.
Me di una vuelta por el shopping pijito y moderno de Auclkand, este si, de tiendas muy individuales, muy selectivas, muy originales, muy coquetas..., pase entre ellas como sin hacerles mucho caso, pero sin poder dejar de mirar de reojo. He renegado del Bali tomado al asalto por marcas de moda surfera o de pasarela milanesa (todos tienen que bajar a la calle, al final) y en pleno discurso anticomercial me he caido de bruces con todo el armamento en los alrdedores de Ubud y su genial manufactura artistica.
En Hong Kong se vende Asia por acciones y los rascacielos tiran hacia arriba para intentar adivinar mas lejos en el horizonte los futuros que comprar y vender, lo que todavia no se ha empezado a fabricar. En Saigon las mismas marcas occidentales que viven de vender glamour y lujo tratan de ir haciendose hueco en las principales avenidas del centro, preparandose en la recta de salida para cuando su producto se pueda vender tambien en Vietnam. Si no se vende ya es por falta de dinero, que conste. Nada de ideologias.
En todas esas ciudades, ademas, he pasado por diferentes mercados de alimentos, mercados de ropa, mercados cotidianos donde la poblacion se abastece de lo primordial. Me sedujo la belleza del de Santiago de Chile, por su marquesina Eiffel y su aire de otro siglo, pero ninguno me ha gustado mas que el de Saigon. No he visto ninguno de aspecto mas limpio y ordenado. Si acaso el de la Boqueria de Barcelona, salvando las distancias, claro, que son muchas.
Pero para disfrutar, nada similar al mercado flotante de Cai Be, en el Mekong. Es un mercado al que cada vendedor y comprador accede en su barca, en lanchas, en barcazas. Grandes y pequenhas embarcaciones, unos a motor, otros remando de pie, lentamente, apoyados sobre dos largos remos que se cruzan como un aspa a la altura del pecho... Es un mercado situado dentro de una ciudad, pero que transcurre flotando en medio del cauce de uno de los brazos en los que se divide el Mekong para formar su inabarcable delta. Uno de los nueve dragones, "Cuu Long", como se les conoce aqui, en los que el rio de la vida se abre como un abanico gigante para repartir su riqueza de manera mas equitativa. Cada barca anuncia su producto colgando una muestra en lo alto de una larga vara y los interesados se van moviendo de un lugar a otro. Queda libre la margen derecha del rio, por la que circulan las lanchas rapidas que se dirigen a la frontera con Camboya y el resto del trafico que no tiene intencion de comerciar. Es algo realmente pintoresco y curioso de ver.
El Mekong se abre en ese abanico de nueve brazos, nueve rios que cada uno por si solo serviria para abastecer a nueve grandes ciudades y la vida se reparte por esos nueve brazos y por los mas de dos mil canales que se crean en torno a ellos. Las inundaciones del monzon dan vida a inmensas comarcas de fruta tropical y sobre todo de arrozales. Agua y arroz. Vida. Vida que transcurre en torno al rio y dependiendo de el pero tambien, en gran medida, dentro del propio rio. Hay mucha gente que vive en el rio. Personas que se alojan en casas flotantes, sustentadas como palafitos, en volandas, sobre pilotes de madera hundidos en el fango, para poder salvar las deseadas crecidas del Mekong. Vietnam produce unos veinte millones de toneladas de arroz anuales, de las que una parte importante se exportan y otra sirven para quitar el hambre en el propio pais. El cuarenta por ciento aproximadamente sale del delta del Mekong. Hay mucha gente que no tiene casa, tiene barco. Y no hablo de los cantamanhanas de Puerto Portals, como podeis imaginar. Los de aqui tienen verdadero estilo. Gente que vive transportando por el rio materias, gente que vive de la pesca, de dar servicio a otros barcos, de reparar embarcaciones, de repartir provisiones. Gente que se levanta por la manhana y se lava en el rio, bebe del rio, cocina con el agua del rio, que vive en el, dentro, junto, sobre el. El rio Mekong da la vida con su caudal de 400km cubicos que cada anho acaba virtiendo al mar.
La gente aqui es diferente que en Saigon. Tienen un aire mas relajado y quiza tambien mas inocente. Un turista aqui es siempre una atraccion. En los angostos canales los ninhos salen de las casas correteando a saludar cuando oyen las motoretas zumbonas de las lanchas de turistas. Salen corriendo con las manos abiertas y gritando: Jaloooo!. En las ciudades tambien saludan y si los pillas con la guardia baja, ves en sus caras que te estan observando con detalle. Aqui la atraccion somos los occidentales y para que quieres mas si encima te pones a hacerles fotos. En un mercado de tierra (aqui hay que diferenciar) un grupo de mujeres me rodea. La mas resuelta, una de las que siempre le echa mas jeta, me pregunta si no estoy casado al ver que no llevo el preceptivo anillo. En cuanto digo que no me propone a un par de candidatas que salen corriendo entre risas y sonrojadas. El mundo es un mercado, desde luego que si. Y poco mas.
Remontar el Mekong en direccion a Camboya tien el inevitable poder evocador de recordarme la pelicula Apocalipsis Now, una de mis favoritas, y mas en la version "Redux". Hay diferencias, desde luego, y muy grandes. El Mekong, el verdadero Mekong, tiene en algunos tramos cerca de cuatro kilometros de ancho y no era ese el aspecto del rio filipino que reflejo Coppola en el celuloide. Nada que ver. Pero ahora no me apetece hoy hablar de la guerra de Vietnam. Todo llegara. Voy camino de "Angkor Wat", la capital del que fuera glorioso imperio Khmer. Ya os contare.

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