8/29/2006

HONG KONG (I)


Hong Kong. Una escala obligada para a enlazar hacia Vietnam y antes, gestionar el requerido visado. Y en el fondo algo de curiosidad, que es lo que mueve todo esto. Porque si no, no creo que estuviera haciendo este viaje.
Voy desde el aeropuerto a la ciudad en un autobus, recorriendo las diferentes islas que configuaran una bella y extensa bahia surcada por un rosario incesante de barcos mercantes. Muchos de ellos esperan turno fuera de los muelles, al abrigo de las diferentes islas. Cuando veo las terminales de carga portuarias no me lo puedo creer. La maranha de gruas y contenedores, de muelles y cargueros que descargan o cargan es inabarcable. Seria algo asi como la estacion de contenedores de RENFE que hay en Mendez Alvaro, pero multiplicada por mil. Puede que sea una superficie tan amplia como Leganes o Mostoles, o yo que se. Parece como si por aqui se movieran todas las mercancias del mundo.
Desde luego por Hong Kong se mueve de todo, como buen puerto franco al calorcito de la corna britanica, aunque ya este en manos chinas. Pero tutelado. Y sobre se mueve todo dinero. No se si todo el dinero del mundo, pero si una parte importante. Y tambien la politica, el poder, en fin. Voy pendiente del recorrido, para tratar de ubicarme cuando lleguemos a la zona urbana. De repente el autobus baja de unos puentes y una imagen toma mi mente: "Blade Runner". El comienzo de esa pelicula es exactamente lo que estoy viendo. Faltan la lluvia y la noche, pero todo llegara. Comienzo a tener cierta sensacion de agobio. La luz ha cambiado y los edificios han crecido como gigantes. Por encima de nosotros, del autobus de dos pisos, el cielo se cierra entre letreros luminosos que llegan hasta la mitad de la calle y solo se frenan ante el avance de los que invaden la otra mitad desde la acera de enfrente. Letreros luminosos escritos en chino salpicados por unos cuantos en ingles. Una vez en la calle la temperatura es insoportable. Treinta grados facilmente y una humedad del cien por cien. Se siente uno todavia mas infimo, mas deshubicado. Resulta desagradable caminar por esta ciudad con este ambiente. el delicado aroma de las alcantarillas se mezcla con el de la comida grasienta elaborada por los locales. Estoy en la peninsula de Kowloon, la zona continental. Todavia no he pisado literalmente la isla de Hong Kong. Me siento como en la Avenida de Oporto, en General Ricardos o en Delicias, pero multiplicadas por diez, o por veinte en tamanho, intensidad y colorido de negocios que ofrecen de todo en espacios sumamente reducidos y de manera apelotonada. Me recuerda mucho a esos barrios populares madrilenhos, a esas calles comerciales puras y duras, de pequenho comercio, donde la oferta de cada comeriante se tiene que defender a brazo partido contra la del de al lado y donde la braga cohabita con el dvd sin mayores problemas. En Barcelona seria el "Carrer de la Creu Coberta". Creo que se llama asi. Precios escritos sobre papel de colores acidos, pero aqui en caracteres chinos. El Paseo de las Delicias pero con tres carrilles en cada sentido y un trafico bastante apretadito. Todos los autobuses son de dos pisos y bastante modernos, pero si intentas preguntarle algo al conductor se deshara de ti diciendote que todo ira siendo explicado en el panel luminoso. Y es cierto. Rotulos en chino y en ingles alternativamente te ponen al dia momento a momento.
Esta es una ciudad de extremos, donde los servicios funcionan excelentemente. Rapida, pero implacablemente. Si no estas atento te llevan por delante. Nadie perdona. Por esta zona periferica, todavia con sabor a barriada, predominan los edificios de aspecto muy decadente. Es el Hong Kong viejo y sucio, el que no se ensenha al mundo. Edificios enormes con infinidad de viejos aparatos de aire acondicionado asomando al exterior de las ventanas, que gotean a la calle de manera permanente y hacen pensar al viandante que esta lloviendo. Entre ellos una serie de callejones inmundos por los que, aunque no se pueda creer, hay vida. Hay gente que entra y sale de esos callejones, Hay gente que vende cosas y creo que hasta viven en esos antros negros y humedos. Digo que es una ciudad de extremos porque mas abajo, la cosa empieza a transformarse y se convierte poco a poco en un remedo de Manhattan. Los edificios nuevos van devorando a los viejos sin compasion. Son igual de horripilantes, pero mas altos. Mucho mas altos y recubiertos de un cristal reflectante que devuelve la imagen de lo que les rodea antes de dejar entrever lo de dentro. Una imagen muy humana, aunque no lo creas.
Aqui nadie sale al asalto del turista, como en Bali para ofrecerte Taxi, transport, shopping, women..., al menos eso deja un cierto margen para el respiro. Hasta que llegas a esa zona proxima a los muelles y empiezan a surgir como hongos las tiendas de electronica y joyerias, claro.
Recorro andando la ciudad en direccion sur, buscando el Down Town, la isla de Hong Kong. Sudando. No es una ciudad para patearla, desde luego. Al cabo de una hora siento que me flojean las fuerzas y tengo sed. Tengo la necesidad imperiosa de beber agua. Me bebo casi un litro en cuanto encuentro un seven eleven. Aire contaminado, contaminacion acustica, contaminacion visual. Fuerte, si.
Poco a poco voy llegando a la zona de los muelles portuarios, donde atracan los ferris que van y vienen de China o los grandes cruceros turisticos. Entre grandes centros comerciales que albergan los primeros hoteles de lujo y terminales ferry-viarias se mueve un enjambre humano, mezcla de turista occidental y asiatico. Hay familias chinas que han viajado hasta aqui para ensenharle al abuelo esa vista topica de las grandes capitales ocidentales antes de que el pobre anciano se retire. Aparece delante de mi la denominada Skyline sin mas luz, todavia, que la natural del dia que ya huye. Es algo asi como un mirame y no me toques. Es la hipercapital del dinero alzandose con todo su poderio sobre una bahia en la que el trafico maritimo es constante. Poco a poco se va haciendo de noche y comienza el espectaculo. Se quedan las luces de algunas oficinas encendidas en los desafiantes rascacielos que tengo enfrente. Se iluminan los primeros rotulos de las multinacionales con derecho a lugar preferente en el escaparate. Se hace de noche y la Skyline brilla con todo su esplendor. Suena una musica espectacular y atronadora a mis espaldas y en frente, un espectaculo audiovisual con rayos laser y juegos de iluminacion coordinados entre los numerosos edificios del distrito central de la isla de Hong Kong, da comienzo. Resulta que se esta celebrando el "Hong Kong Shopping Festival" y los patronos nos invitan a gastar nuestro dinero exhibiendo ante nosotros sus poderes de esta manera espectacular. Me coloque cuando llegue por fuera de la valla de los muelles y ahora disfruto de un lugar privilegiado para hacer fotos. Detras de mi una multitud se agolpa y susurra ooooh!'s, en los momentos mas brillantes. Hong Kong, de momento no me gusta nada. Continuara.

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