8/16/2006

BALI (I). AVIONES


Llego a Bali despues de un encadenado de vuelos que me deja bastante sonado. Estoy cansado. Cansado sobre todo de aviones. Cansado de aeropuertos. De haber pasado por el aeropuerto de Santiago de Chile cinco veces en dieciocho dias, y dos veces por Auckland y una por Sydney en cuarenta horas mas. Preocupado porque se me ha perdido un dia, el ocho de agosto, en el salto de Santiago a Auckland. Cansado de que no sea posible conseguir elegir un buen sitio en un avion aunque lo intentes con mucha anticipacion, porque no te dejan y cuando vas a facturar, misteriosamente, todos los sitios buenos estan ya reservados. Harto de controles de seguridad. De la desconfianza oficial de los polis de inmigracion. De la desconfianza interesada de los encargados de las Duty Free cuando te ven pasar y no compras. Por cierto, en todos los aeropuertos internacionales que he pisado en este viaje he observado un hecho novedoso: a la salida del control de inmigracion estas directamente dentro de la Duty Free. No es que pases por delante, no. Es que te dejan caer dentro. El dia que se unan la desconfianza oficial con la interesada, no podremos entrar o salir del cada pais sin haber gastado al menos cien dolares en la Duty Free. Me parece impresentable.
Me he cansado de los largos vuelos, de las esperas, de la megafonia, de los interminables pasillos, del tropel de gente que se mueve por el aeropuerto de Sydney entre las siete y las once de la manhana, horas en que este aeropuerto es el distribuidor de trafico de medio hemisferio sur.
Llego a Bali en ese estado, en pie desde las dos de la mañana y aproximadamente a las seis de la tarde de mi propio reloj personal, aunque en hora local son las dos de la tarde y me meto en Kuta. Esta fue la ciudad donde los terroristas islamicos pusieron la bomba hace unos años. Esta junto al aeropuerto. Creo que el turismo australiano se ha resentido y ha bajado bastante, aunque nadie lo diria si hubiera venido en el mismo vuelo que yo. Es un centro turistico saturado y reventado de tiendas y mercadillos, de estilo Benidorm, pero con palmeras, aunque los edificios de veinte plantas aqui no existen, los hoteles venden cabañitas idilicas y la ciudad se salpica de pequeños y grandes santuarios budistas. Se sabe donde esta el centro porque hay un Shopping Mall de dimensiones inapropiadas para el lugar. Cientos de motos por unas calles estrechas, trafico lento y surferos exhibicionistas en vez de ingleses piel roja barrigones mezclados con indonesios que no cejan en su empenho de venderte lo que sea. Tiendas y mas tiendas, aglomeradas en unas cuantas calles. Aqui a Versace y a Armani se les ve definitivamente el plumero, porque se codean sin problemas con los mercadillos donde se vende su mismo anagrama falsificado y luego se hacen la foto junto a las marcas de ropa surfera compartiendo centro comercial. Aqui no importa el glamour, aqui lo que importa es vender. Y yo cansado. Mientras voy circulando por las calles de Kuta oigo que todos los taxis van haciendo sonar permanentemente el claxon, emitiendo un pitido corto y que a la larga se vuelve molestón. Resulta que me pitan a mi, al turista. A cada turista que ven le pitan para saber si quiere taxi. Cada uno de los cincuentamil taxis que circulan a solo un kilometro por hora mas que tu!!!. Mientras tanto, vas sorteando por la acera a tipos que te ofrecen por este orden: Taxi, masaje, masaje completo... y si no aceptas, directamente la palabra magica: Woman!. En fin. Paso la primera noche aqui y decido salir volando de esta ciudad. Manhana mismo busco un coche de alquiler. Claro, que conducir aqui...

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