8/04/2006

LA OTRA CARA DE SANTIAGO



Atrás queda, ahora si, Santiago de Chile. La ciudad de las mil caras. La verdad es que sigue intrigandome, sigue interesandome Santiago. He vuelto a pasar tres días más aquí, con idas y venidas, con excursiones y movimientos, con más información que cuando aterricé por primera vez, (hace ya 13 días) y la verdad es que sigue resultandome atractivo el movimiento de esta urbe atroz.
Claudia, la vecina de alojamiento de Isla de Pascua, una santiagueña de pro, buena conocedora de la vida nocturna y diurna de la capital, me dió algunas claves importantes. Por ejemplo, que es una ciudad más peligrosa de lo que puede parecer a primera vista. De hecho, me sorprendió el dato de que a una mujer sola ni se le ocurre tomar un taxi en la calle directamente. Siempre lo hacen llamando a un radio-taxi y anotando número de licencia, etc... Fuertecito el tema, ¿no?. Además, esta mujer me recomendó muy seriamente que no me volviera a alojar en el barrio de Brasil o alguna salida nocturna me podría salir cara. Bueno, asi lo hice y al menos lo estoy contando.
Otro apartado interesante es la contaminación. Ayer la ciudad estaba en estado de Pre-emergencia por contaminación. Creo que las partículas de dióxido de carbono se habían disparado, y eso tiene que ver con el tráfico, claramente. También con la ubicacion de la ciudad, claro, que es como una olla reodeada de montañas. Desde por la mañana hay una bruma que no acaba de desaparecer en todo el dia.
Santiago sufre una curiosa metamorfosis al caer la noche. Paseando por el centro, que es por donde últimamente me he movido, parece como si a partir de cierta hora todo cambiara. La hora punta ya de por si es curiosa por el espectaculo de los autobuses y el enorme movimiento de masa humana que se produce.
El transporte en este pais se desarrolla principalmente por carretera. Tambien en zonas metropolitanas, como Santiago por ejemplo, a pesar de que esta tiene un sistema de metro bastante envidiable, con trenes como los del metro de París, que vuelan entre las estaciones y desde los que se puede hablar por telefono movil, por ejemplo. En Santiago tambien domina el autobus. Y hay dos tipos de concesiones. Uno antiguo, atomizado entre unos tres mil pequeños propietarios de concesiones de lineas, que propician un sistema bastante salvaje-liberal de contrataciones laborales, en el que los conductores pueden estar cobrando a comisión por numero de pasajeros, y otro que parece más actual, en el que las autoridades han empezado a conceder lineas a un mismo gran consorcio de empresas, que tiene a los trabajadores trabajando a sueldo fijo y con condiciones laborales digamos más normales, además de autobuses mas modernos, etc... Entonces resulta que, al parecer, la batalla por el pasajero entre los dos grupos se lleva a brazo partido hasta las propias paradas. No es raro ver adelantamientos de autobuses y recolocaciones en fila, con un sano espiritu de competitividad agresiva, en medio de una marea humana que puede hacer que pare un bus en cualquier parte con solo levantar un brazo. En fin, todo un espectáculo al caer la noche, en bruma y contaminación.
También se pueden ver tipos revolviendo en la basura antes de que lleguen los camiones de recogida y parecen surgir, con la caida de la luz, otros que venden en formato top manta discos, clacetines y cualquier cosa pequeña y susceptible de ser levantada con rapidez. Mientras tanto siguen en pie, imbatibles a pesar de la hora, algunos de esos grupos y solistas que actúan en la calle con equipos de unos 100 watios de potencia y que llevan un generador eléctrico para alimentar el sistema, como solían hacer los ecuatorianos y peruanos en Madrid hace algún tiempo. Allí los persiguió la municipal y acabaron pagando el pato todos los musicos callejeros, aqui es una plaga de alta potencia. Teclados y guitarras electricas, percusión..., en fin. Lo espectacular del caso es que a las nueve o diez de la noche, todavía esos tipo dan caña con sus cien watios a tope de manera inmisericorde. El día que llegué a Santiago desde la Isla, vi a uno en plena zona peatonal céntrica de la ciudad que se parecía a Jairo... ¡Joder!. Pero como si fuera el auténtico Jairo, el de los setenta y no le hubiera perdonado el paso del tiempo en absoluto. ¡Y que potencia de voz!
Pero con todo eso, o a pesar de ello a mi me sigue pareciendo una ciudad interesante. La vida comercial de Santiago, de todo Chile yo creo, en general es muy intensa. Debe influir en ello el peculiar sistema impositivo, basado principalmente en impuestos indirectos sobre el consumo. Pero el caso es que aqui se vende de todo. La vida comercial se manifiesta muy activa en galerias de pequeños comercios, donde se juntan hombro con hombro la vendedora de bragas y el ferretero, la tienda de comics y el zapatero que repara suelas, la informatica de saldo con la comida casera. Por ahi es por donde pasa la auténtica vida comercial de la ciudad. Son recintos parecidos a lo que eran los bajos de Discoplay en Gran Vía hace años, o esas galerias que todavía quedan en la parte alta de la calle Carretas de Madrid. Vibrante y además hay muchas. También se pueden encontrar por ahí algunos de los mejores restaurantes de comida casera, llenos a rebosar a mediodía y que también cierran al atardecer. Pocos quedan abiertos a la hora de cenar.
Bueno, pues aqui lo dejo. Ya os contaré más. Mañana me largo a La Serena, a unos cuatrocientos km de Santiago. Creo que es una zona de playas que le ha quitado el puesto a Viña del Mar. Pero tiene más cosas... Besos

1 Comments:

At 11:16 a. m., Anonymous Anónimo said...

Santiago de Chile, una de las ciudades que quiero conocer. Te paso la letra de Vine del Norte, de Ismael Serrano, a ver si te suena el paisaje. La tercera semana de agosto me voy a Grecia (Atenas, Mikonos y Santorini), por si te da envidia, que lo dudo. Esta tarde me voy 8 días con los niños a la playa. Estoy imprimiendo todo lo que posteas. Cuidado con tu integridad física en esas ciudades de Dios, que aún tienes que devolverme la bici, jeje. Un abrazo


>>Vine del norte buscando una canción y una cruz,
y allí se cruzó un cometa, y en su estela estabas tú.
En Madrid seguiría lloviendo, triste como lo dejé,
y en Santiago con tus luces y su noviembre me quemé.

Y fue después de un concierto, una noche en tu universidad,
allí te encontré de nuevo, "Hoy te invito a carretear".
"Acepto gustoso tu oferta, sólo con una condición:
que no se acabe esta noche y que no me enamore yo".

Andando por La Alameda, tú me empezaste a contar
causas, azares y luchas, en estos días y al pasar
por delante de La Moneda, tú tarareaste a Jara.
Me miraste, "Así tan duro, tienes un aire a guevara".

Y entramos en un bareto, y allí alguien cantaba a Fito.
"A este paso me enamoro, sólo me falta otro pisco".
"Déjate de historias, súbete ahí, y cántame una de Silvio".
"Sólo si me das un beso", y todos cantaron conmigo.

Salimos del bar borrachos, agarrados de la mano,
y en la calle como siempre jodiendo andaban los pacos.
Tú les gritaste "¡Asesinos!", y los dos echamos a correr.
Tú reías, y en tu risa yo me veía caer.

Pero, "¿Dónde has estado este tiempo? Se hace tarde, vete a casa",
y en tu abrazo a lo lejos, creí oír a los Parra,
cantando para nosotros. Será mejor que me vaya.
Ahí quedé, solo, gritando, sin ti, "Te recuerdo, Amanda".

"Te recuerdo, Amanda".

Al tiempo llegué a mi norte, con una canción y una cruz,
con la estela de un cometa, con tu mentira y con tu luz.
En Madrid seguía lloviendo, tal y como lo dejé,
y en Santiago tantas cosas, hoy me muero por volver.

Hoy me muero por volver.

 

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