9/26/2006

VIETNAM (y VII) Sapa.

Las tierras del norte vienamita, junto a la frontera china, ofrecen paisajes de gran belleza, aunque decir eso de este pais, resulte tan aburrido como ver su television. Pero, eso si, cada paisaje de los que intento definir con estos calificativos tiene personalidad propia. Entre montanhas que alcanzan los tres mil metros de altura en sus picachos, Sapa se ha convertdio en la capital tursitica por excelencia. Es mas grande de lo que todos imaginamos, prueba de que el turismo es ya un negocio mas que boyante en este pais. La propia presencia de quienes visitamos Vietnam ha desvirtuado la autenticidad de lo que ocurre a nuestro alrededor, pero no puede disminuir su belleza.
Las inmensas montanhas que mas alla se transforman en frontera, estan adapatadas desde mucho tiempo atras a los trabajos de labranza, al cultivo del todopoderoso arroz. Desde la mitad, aproximadamente, de sus alturas las terrazas se escalonan hasta la falda, hasta el mismisimo cauce de los rios junto a los que se oragniza la vida en poblados, yo diria que primitivos. Los hombres y los bufalos de agua se despedigan por la montanha para plantar o recolectar el arroz. El espectaculo de las montanhas escalonadas y los diferentes tonos de los arrozales, verde, amarillo, rojizo, hacen el resto. La vista se encanta y la mente se bloquea. Solo los sentidos tienen derechos ante el espctaculo. La paz que el paisaje transmite se rompe al paso de los campesinos locales, que visten llamativas vstimentas, diferentes segun la etnia de origen. Hasta cinco diferentes grupos, que los domingos se dan cita en un multitudinario mercado donde se compra, se vende y se exhibe de todo.
El unico pero es que toda esta vida antanho apacible, parece haber fementao en torno a la presencia del turista y ya es nuestra propia llegada la que lo transforma todo en un espectaculo comercial. Me surge la duda sobre si los ninhos estan escolarizados, aunque he visto escuelas rurales de un precario que mueven a la ternura. No me creo que ninguna de las prendas y objetos decorativos que se nos venden como artesanos lo sean. Y llega un momento en que no se puede dar un paso sin que una mujer con traje tipico de alguna etnia te persiga hasta tus ultimos pasos para venderte algo, mientras sus conciudadanas se tapan la cara o la giran al asomar el objetivo de una camara de fotos, como si sus rostros fueran joyas espirituales de otra epoca que el fotografo pudise robar.
A pesar de todo, desplazarse hasta alli, merece la pena. El viaje es largo y la comercialidad turistica se ha impuesto claramente, pero todavia merece la pena verlo.
Sapa, con sus dos viajes mas en tren, pone casi el cierre a mi visita a Vietnam. Vuelo ya hacia Europa. Huele a vuelta a casa, aunque aun con escala.

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