7/30/2006

RAPA - NUI (I)




A saber cuantas luchas a muerte se habrán desatado en el mundo por culpa de un buen ombligo. Y si lo miras bien, resulta que un ombligo no es nada. Eso si, que está bien situado no se le puede negar. A buena distancia de todo lo interesante, con lo que puede servir para desatar la imaginación. Es lo que se llama disfrutar de una buena posición geo-estratégica. Quizá por eso, lo primeros pobladores de esta isla, RAPA - NUI (Isla de Pascua), le pusieron precisamente ese nombre: "Te Pito O Te Henúa", el ombligo del mundo.
Quizá por eso, el aeropuerto de Hanga - Roa tiene una pista de aterrizaje desproporcionadamente larga. En 1985 EEUU firmó un acuerdo con el gobierno de Pinochet para ampliar la pista con la intención de que pudiera ser utilizada por los transbordadores espaciales. Nunca se ha usado para tal fin. Supongo que tras esa milonga habrá un acuerdo de utilización para usos militares, si es necesario.
Y es que la historia de Rapa Nui es terrible. Es una historia de codicias, sometimientos hasta la esclavitud e invasiones que han acabado por dejar mutiladas las claves de una cultura de transmisión oral en la que ahora quedan lagunas insondables. Lagunas que dan pie para aumentar la curiosidad por las huellas que aún permanecen sobre la isla y representadas por un sin fin de restos históricos, cuyos representantes más conocidos son los "Mohais", todo un homenaje a los antepasados y a la tradición tan voluminos como espectaculares.
Quizá por eso, lo que más sorprende, es que viviendo tiempos como los que vivimos, en esta isla y a estas alturas, no haya todavía un solo complejo monstruo - hotelero. A ojos de un español, sorprende que los hoteles que hay sean razonables, como de otro tiempo y solo estén en la ciudad, la única ciudad de la isla, y que todo el perimetro de la isla permanezca sin atropellar, con kilómetros de costa virgen, monte virgen, bosques impolutos, paisajes limpios, espacios diáfanos... No parece real, no parece de esta época.
Por la isla corren caballos sueltos a docenas, que no son salvajes, tienen dueño, pero que están libres, sueltos todo el día. Tambien hay docenas de perros que al anochecer dan unas buenas serenatas. Por las calles de Hanga - Roa se pueden cruzar en cualquier momento alguien a caballo entre coches que van y vienen, unos perfectamente nuevos, otros que uno no se explica como pueden moverse todavía. Pero la síntesis definitiva se da en la iglesia, donde las iconografias de ambas culturas, cristiana y autóctona se mezclan de manera singular.
Os sugiero que pongais este lugar del mundo en vuestras agendas. Merece la pena conocerlo y además se habla español.