8/21/2006

BALI (V). Bali por dentro


El viaje hasta Lovina, una pequenha pero extendida localidad costera del norte de la isla, antigua colonia holandesa y zona que algunas guias anuncian como tranquila, no mereceria la pena si no fuera por el propio viaje. Por el recorrido en si.
El cebo de Lovina es su supuesta tranquilidad, sus playas de encanto y la ineludible excursion a ver delfines, que alli se realiza antes del amanecer. Habia leido, literalmente, que los delfines dan un espectaculo indescriptible ya que salen a esa hora a hacer la primera comida del dia. Asi que los delfines desayunan, que lo sepais (pescao, claro. puaggg!). Lo que realmente da un espectaculo indescriptible es la veintena larga de barcas de pescadores llenas de turistas que recorren una zona a un par de millas de la costa persiguiendo a DOS delfines. Y lo digo yo que debo ser uno de los pocos afortunados que tienen una foto que justificaria la excursion, porque alguno casi ni los ha visto. Valga esto de ejemplo de lo que puede ser Lovina. En cambio, el viaje de Amed hasta Lovina o Singaraya, por el interior de la isla si merece la pena. A mi, al menos, me lo ha merecido.
Tuve la suerte de disfrutar de una especie de carnaval en Amlapura. Es la ciudad mas importante de la costa este y es una de las pocas donde hay una importante presencia musulmana dentro de la hinduista Bali, que a su vez es unica por su especificidad religiosa dentro de Indonesia, que es pais musulman.
Poco antes de las doce y media el canto del muecin rasga el aire, a esa hora ya espeso y recalentado, llamando a los fieles la oracion. Pero el populacho, masivamente, busca ya sitio a la sombra de la numerosa arboleda que puebla las calles mas centricas. Dentro de un par de horas comenzara el desfile. Es una especie de cabalgata que reune a gente de diferentes agrupaciones disfraces y coloridas vestimentas, que desfilan por las calles principales mientras a su derecha el trafico sigue circulando lentamente, pues no ha sido cortado totalmente.
La ciudad entera parece estar en la calle (tanto que despues me las veo para intentar salir de alli) y el aire es completamente festivo. Luz, calor y color. A los balineses les gusta dejarse fotografiar. A todos, excepto a las mujeres mayores. Son gente hospitalaria y desenfadada. Les gusta reir. Amables, amigables y sonrientes. Claro que todo eso se puede extremar en las zonas mas turisticas y entonces puede llegar a resultar tan incordioso como son los los taxistas, oficiales o aficionados, de las zonas costeras que no dejan a nadie en paz. No es el caso de la gente que me encuentro en esta ocasion. Siendo ademas el unico turista que se ve hoy por alli, y con una camara de fotos en la mano, no es dificil convertirse en un tipo popular.
Al resto del viaje habria que anhadirle mas fotos, pero no todas de las que se hacen con la camara. Fotos, instantaneas de sensaciones, de vivencias subjetivas, de emociones, de pensamientos sueltos. De todo aquello que convierte a un viaje en una experiencia puramente personal e intransferible, por mucho que me empenhe yo en describir y tu en imaginar. Ya di una pincelada con lo del pollo y las velas. Pero al dia siguiente, siguiendo mi ruta, me encuentro con las celebraciones oficiales de la idependencia de Indonesia y las mil caras de ninhos y ninhas uniformados en un campo de futbol de Kintamani, esperando el comienzo de un acto oficial. Separados de ellos, como en un mundo aparte, las autoridades civiles y militares con un aire un tanto siniestro, para que negarlo. Son dirigentes locales, pero no puedo dejar de ver en ellos, en sus actitudes, en su aspecto, las caras de unos gobernantes que, por ejemplo, dicen no tener medios para avisar a la poblacion de la inminencia de un tsunami como el ultimo que asolo parte de la costa de Java, a pesar de haber recibido avisos de paises occidentales que detectaron el seismo. No tuvieron ningun escrupulo en dejar a la gene morir, asi de sencillo. Junto a esas caras, las del desenfado, la ilusion y la alegria de los chavales. La miseria tambien.
Mas abajo, continuando camino, todo se va diluyendo entre las fragancias a especias que inundan el ambiente y el espectaculo que me llena los ojos en los furtivas milisegundos en que puedo apartar la vista de una carretera en la que siempre pasa algo. Arroz y clavo.
Las laderas de las montanhas estan escalonadas en bancales surcados por una trama infinita de canales que los convierten en arrozales. Alli no ha llegado la maquinaria, sencillamente porque no es operativamente rentable. El cultivo lo hacen hombres y mujeres a mano desnuda y pie descalzo, y pasandose las horas metidos en el agua y el fango hasta la pantorrilla. Las vistas y el colorido son impresionantes.
Mas abajo, en la falda de la montanha, la carretera se inunda de olor a especias. Se venden y cultivan varias, pero predomina el olor a clavo. Lo dejan secar esparcido en lonas extendidas al lado mismo del asfalto, asi que esta bien a mano. Solo es cuestion de parar y dejarse llevar por el olfato. Y viajar... en un momento asi debe ser donde se encuentra la esencia del hecho de viajar. Esto es lo que me esta gustando de Bali. Llegar hasta Singaraya o Lovina puede merecer la pena para darse un chapuzon, o quedarse unos dias mas, es cosa de cada uno. Aquello esta lleno de gente que no piensa como yo.
Desde Singaraya se puede volver hacia la capital por otra carretera no menos interesante. Se pueden hacer un par de paradas en las cataratas de Git-Git y el monasterio de Pura Ulun Daun Bratan. Su peculiaridad consiste en estar construido sobre el agua. De la capital, Denpassar, nada que destacar. Quedara mas claro si digo que me acerque hasta alli buscando una oficina de cambio de moneda y no consegui encontrar ninguna. Eso si, es toda una capital con mas tafico infernal, ruido y bullicio que toda la isla junta. Me dirijo a Ubud. Lo mejor, de nuevo en el camino.
Ubud tambien es un centro turisitico importante. Una cita obligada. Pero, sin duda, es la ciudad que mas me ha gustado de Bali. Hay turistas, hay bullicio, hay agencias, hay miles de tiendas y un bosque habitado por monos, pero todo tiene un aire diferente. Es una ciudad vinculada al arte desde hace mucho tiempo y ha sido morada de artistas occidentales desde principios del siglo veinte, al menos. Pero en los alrededores, todos los caminos que conducen a Ubud, son un derroche de imaginacion. Todas esas carreteras estan plagadas de de tiendas y galerias que ofrecen cuadros y tallas de madera con trabajos, especialmente en el caso de las tallas de madera, absolutamente imposibles de creer. Muebles, ornamentos, decoracion de interior y de exterior, en fin... Paraiso de decoradoras aficionadas y de cualquiera con un minimo de sensibilidad. Ay, mis amigas penitentes peregrinadoras del Ikea!. Aqui ibais a morir de gusto.
Ubud es en si misma una exposicion, pero los caminos que llevan a Ubud, son para perderse y no volver mas. Recomendaria especialmente, al que este buscando muebles para su casa, darse una vuelta por un pueblecito proximo ya a Denpassar llamado Batubulan. Seguido de una visita al puerto, a ver lo que te cobran por un contenedor, claro.
Bueno, pues poco mas y nada menos. Ahora estoy en la costa sur, de nuevo, en Seminyak, en la prolongacion de la playa de Kuta. Algo mas tranquilo el ambiente. Tengo que reconocer que la playa es impresionante. Debe tener unos veinte kilometros, a simple vista. Pero ya se sabe que si es buena para los surferos, no es buena para banharse, asi que... Me parece que voy a buscar a alguien que me un masaje. Bueno, no hay ni que buscarlo. Vendran a ofrecerlo en cualquier momento. Y ese si que es otro de los verdaderos placeres que puede uno tomarse en las playas de esta pais. Y despues de tanto trajin, mas que necesario. Hasta pronto.