7/24/2006

ATACAMA (I)



Saltar de Santiago a Atacama en el segundo dia de viaje no es cualquier cosa. Cuando todavia no se han digerido las primeras sensaciones que deja la ciudad, ni tan siquiera las de estar haciendo un viaje como este, se llega al desierto ideal, segun todas las informaciones, el desierto perfecto a juzgar por el nivel de precipitaciones recogidas durante el año. Es el mas seco del mundo.
Llego a San Pedro de Atacama, centro de la movida turistica que por aqui se mueve, casi a las nueve de la noche y mi principal preocupacion es no perder mucho tiempo organizandome porque tengo intencion de pasar un par de dias aqui viendo cosas y luego irme a Salta, en Argentina para tratar de volver a Chile en el Tren de las Nubes. Asi que empiezo por intentar contratar el tour estrella de estos lares que es la subida a los geiseres del Tatio, en la falda de un volcan proximo a la frontera con Bolivia. Está a 100 km de San Pedro y a 4300 mts de altitud.
Esta todo reservado, pero al final, "in - extremis" consigo una plaza. Me hablan del frio que hace en la zona, proximo a los quince grados bajo cero, a eso de las seis de la mañana que es cuando se llega alli. Por delante hay dos horas de carretera, asi que se sale a las cuatro. Me largo a comprarme un jersey, un gorro y unos guantes de lana, que por aqui abundan. Menos mal que traje un forro polar, aunque lo estuve dudando mucho.
Cuando llego al hotel y se lo cuento al dueño, Pedro, se me queda mirando muy fijamente y despues de un momento dice:
- A ti te criaron en altura, ¿No?
Me acuerdo de un amigo de otro amigo, cantabro el que me decia: ¡Gallo, que eres un gallo...!
Ni me he acordado del mal altura y de la necesidad de aclimatarse. En fin. Al final salgo para alla a las cuatro de la mañana, y consigo incluso dormir en un coche que traquetea permenentemente por una pista sin asfaltar. En un momento que abro el ojo veo la Luna en una perspectiva que la situa por debajo de nosotros. Alucino. ¿Estare soñando? Pues no. Yo no suelo soñar con tanto traqueteo. Estamos subiendo a marchas forzadas.
Cuando llegamos arriba, efectivamente hace un frio que pela, aunque lo resisto porque voy forrado con todo lo que tengo y el espectaculo es realmente increible. Pasamos la mañana alli, pero lo mejor viene al bajar.
Pasamos por una aldea tradicional de las comunidades andinas de la zona y la recorro buscando buenas fotos aqui y alla. Desde luego las hay. Al final veo en lo alto de la loma un corral lleno de llamas. Subo y al llegar me encuentro con unos lugareños autoctonos que cuidan de aquello. Es su propiedad. Viven de la ganaderia y de las subvenciones que reciben por cuidar la poblacion de llamas y la forma de vida tradicional.
Me piden pasta por hacer fotos. Ok, accedo porque merece la pena. Delante de mi una llama degollada. Hago unas cuantas fotos del corral, de las llamas e intento hacer alguna de las mujeres, que no quieren. ¿Y los hombres? No los veo. ¡Hostias, se han metido al corral!. Cuatro tipos dentro del corral y las llamas montan un alboroto de cuidado. Al final cogen a una de ellas y tratan de sacarla. Me parece que no la van a poner precisamente a ver "Los Lunis"... La sacan y todo el grupo se organiza par ayudar a sujetar la llama, trabarle las patas y prepararla. Una mujer le pone justo debajo del cuello un gran recipiente. En mis manos la Nikon arde. De repente el tipo que le tiene sujeta la cabeza la pincha justo debajo de la quijada. El bicho lucha y resopla, trata de respirar, pero no puede zafarse. Y a mi... ¡Se me llena la tarjeta de la camara! ¡Me cago en su padre! Borro fotos de primera hora de la mañana que estaban oscuras. sigo tirando. El tipo le mete el cuchillo a la llama y le corta el cuello. Se remueve mas todavia y sale sangre a borbotones. Sigo tirando fotos. Se vuelve a llenar. Grrrrr .... Lo bueno lo tengo, al menos. Borro mas... busco fotos para borrar. Vuelvo a tirar, el tipo le abre el cuello completamente al animal que deja salir un litro o dos de sangre. Sigo tirando y borrando fotos. Y la otra tarjeta en la mochila que esta en el coche. Borro y tiro, borro y tiro, me quedo solo lo mejor... Al final lo voy a salvar, Joder. Que agobio. Reviso las fotos. De impresion. Lo tengo todo. En eso aparece el guia. El autobus entero me esta esperando.

SANTIAGO

Atras Santiago. Una ciudad enorme construida a la sombra de la cordillera andina. Mirando hacia la torre de la television, mis ojos detectan una linea blanca... Pienso: Anda, mira, se ve la sierra... ¿?. La sierra. ¡El Aconcagua!. 6959 mts.
La cumbre nevada de la cordillera surge como de la nada, flotando en el aire como una lustrosa coronacion blanca mucho mas arriba de los edificios mas altos de Santiago. Las mejores vistas se obtienen desde el parque de Santa Lucia en la zona centrica de la ciudad. Cerca de alli, el barrio de Buenavista y el Parque Forestal constituyen las zonas mas vistosas de una ciudad demasiado castigada por la contaminacion. No es bonita. En general resulta oscura, con viejos edificios bellos pero descuidados y edificios nuevos horripilantes. Diria que cuanto mas moderno peor. Pero Santiago es una ciudad que tiene algo. Algo que la hace apetecible. Apetece vivirla, descubrirla. Hay algo mas que su centro comercial que pretende parecerse al de las ciudades europeas o cualquier ciudad importante anglosajona. Ahi hay algo qur no acaba de cuadrar, como que no le va nada ese estilo y ahi, precisamente, reside para mi parte de su encanto.
Lo que yo busco no esta en todo lo que estra ciudad pretende aspirar a ser y que no es. Esta en lo que realmente es. Me gustó el Mercado Central, con su impresionante muestra de pescado y marisco de tamaños imposibles y los puestos en el perimetro de una increible marquesina diseñada por Eiffel. Dentro, restaurantes donde se puede consumir a placer todo lo visto fuera . Tiene encanto la abigarrada mezcla de la Plaza de Armas, si vas un poco antes del atardecer, con las multiples partidas de ajedrez que se juegan junto al templete de la orquesta, frente a la Catedral Metropolitana, la multitud agolpada frente a una pareja de humoristas de aspecto indigena que hacen humor de trazo grueso, o el sin fin de pintores que hacen de su propia abstraccion obra de arte, o simplemente, mal venden su talento por una misera caricatura.
Tiene encanto ver el Palacio de la Moneda, pequeño entre las moles que le rodean. Reconforta verlo en una mañana soleada y sentir que no esta siendo bombardeado, que esa es la unica imagen que yo tenia de el. Reconforta saber que se puede fotografiar a pesar de la presencia inquietante, por su aspecto y actitud, de los carabineros chilenos. Reconforta ver una escultura de Allende entre las de los otros presidentes que rodean la plaza y no ver la del golpista Pinochet. Algo parece haberse restituido en la moral.
Reconforta y sobre todo agrada tomarse un zumo de frutas exquisito, de naranja-platano, un jugo dicen por aqui, en la terraza de un bar cualquiera. Y sobre todo resulta placentero tratar con los chilenos, que aprovechan para charlar con cualquier excusa y te ofrecen enseguida informacion que puede resultar de interes.
Me he alojado en el barrio de Brasil, cerca del centro. Una especie de Lavapies, un barrio descuidado por el que fluye el aire de la gente joven que se ha movido alli porque es barato y lo ha llenado de locales de ensayo, salas alternativas de teatro y galerias de arte. Sorpende encontrarse una vieja casona palaciega desvencijada en cuya fachada se ha reproducido un cuadro de Roy Liechenstein. En todo eso hay un Santiago que fluye mucho mejor de lo que veo.
Me voy de Santiago pero volveré. He conocido a dos españoles, de Alicante, que al parecer volaron en el mismo avion que yo y que venian exclusivamente a esquiar a los Andes. Iberia les ha perdido los esquis. Estan tan encantados con Iberia como yo. Con ellos viene otro español que esta aqui viviendo. Es guitarrista y esta aprendiendo jazz. Quedanos para vernos en proximas vueltas a la casilla de salida que tendre que realizar. Espero tocar mas profundamente el alma de esta ciudad. Ahora hacia Atacama. Ya os contare.